jueves, 29 de junio de 2017

VIENE DE NOCHE: ENSAYO SOBRE EL MIEDO

Viene de noche. Director: Trey Edward Shults. Protagonistas: Joel Edgerton, Christopher Abbott, Carmen Ejogo, Riley Keough, Kelvin Harrison Jr. y Griffin Robert Faulkner, entre otros. Guionista: Trey Edward Shults. Animal Kingdom / A24. EE.UU., 2017. Estreno en la Argentina: 29 de junio de 2017. 

Cercano futuro postapocalíptico. No sabemos (ni sabremos) qué pasó, sólo sabemos que aquello que haya pasado todavía no terminó de pasar. Los hombres y las mujeres se van muriendo a causa ¿de una epidemia?; y los que quedan vivos se están matando entre ellos. Por un pedazo de comida, por un techo, por las dudas. La supervivencia medida en el minuto a minuto. Una coyuntura mala, muy mala. Sobre todo, si estamos viviendo con nuestra familia en una cabaña en medio de un bosque hermoso y taciturno, capaz de brindarnos protección en el aislamiento, pero también capaz de dejarnos aislados y desprotegidos. Caldo de cultivo ideal para la paranoia. Y el miedo, claro. 


Si es cierto que sólo se teme a lo que se desconoce, Viene de noche (It Comes at Night) explora (y explota) esa premisa como nadie. Pulsando las tensiones entre la naturaleza y la naturaleza humana, el filme de Trey Edward Shults puede verse también como un lúcido ensayo narrativo sobre el miedo, sobre los efectos distorsivos del miedo en las perspectivas humanas. A la hora de enfocar las gentes y los entornos, al momento de mantener las relaciones interpersonales, ¿qué seríamos capaces de hacer con ese miedo? ¿Qué seríamos capaces de hacer por ese miedo? 


El clima lo es casi todo. O al menos, deja su marca en lo más importante. En las penumbras, en el haz de luz que va cortando esas penumbras. En los ruidos nocturnos, en los silencios claustrofóbicos, en las rutinas sin otro sentido que la repetición como síntoma de (falsa) seguridad. En las habitaciones selladas, en las gargantas mudas, en las cabezas que no paran un minuto, porque si pararan de pensar… Hasta que llega la desconfianza que genera lo conocido, la aparición de ese otro hombre con esa otra familia. El replanteo de todo, la consolidación de las pesadillas y la obligación de asumir las consecuencias de nuestros actos. 


Tremenda película. Factura impecable para una serie de planteos demoledores. Terror psicológico que surge de la ¿obligatoria? necesidad de sobrevivir a cualquier precio. ¿A cualquier precio? Estábamos parados al borde del abismo, es cierto. Y hemos dado ese fatídico paso adelante del que no se vuelve. Cruzamos todos los límites éticos, sociales, morales, culturales, familiares y existenciales que habíamos suscripto como civilización. Ya no nos queda ni la barbarie. Sólo la culpa. 


En una cinta de este calibre no hacen falta los monstruos. Alcanza (y sobra) con los humanos. 
Fernando Ariel García

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