lunes, 9 de mayo de 2016

MARTIRIO SATÁNICO: CINE CHATARRA

Martirio satánico. Directores: Kevin Goetz y Michael Goetz. Protagonistas: Troian Bellisario, Bailey Noble, Caitlin Carmichael, Romy Rosemont, Toby Huss, Elyse Cole, Melissa Tracy, Kate Burton y Ever Prishkulnik, entre otros. Guionista: Mark L. Smith, basado en personajes y situaciones de Martyrs, película de Pascal Laugier. Blumhouse Productions / The Safran Company / Temple Hill Entertainment. EE.UU., 2015. Estreno en la Argentina: 5 de mayo de 2016. 

Quítenle a Tarantino la posibilidad de las dobles lecturas, el placer intelectual de su marco multireferencial y el humor cínico desde donde elige mirar (y abordar) los géneros populares. Queda un charco de sangre sucio y pastoso, aburrido y tonto, asqueroso y olvidable. Algo parecido al resultado final de Martirio satánico (Martyrs, EE.UU., 2016) innecesaria remake de la francesa Martyrs (2008) de Pascal Laugier, uno de los puntos más altos de la cinematografía gala de horror contemporáneo, perturbadora desde su estética y su propuesta, de acuerdo con quienes dicen haberla visto.


No es mi caso. Y como no tengo nada en donde referenciarme o con qué ponerme a comparar, me limito a lo visto en la versión yanqui de los hermanos Kevin y Michael Goetz. Una seguidilla de torturas, abusos, vejaciones, asesinatos, traumas y sufrimientos retratados con el mayor trazo grueso posible y el menor gusto cinematográfico imaginable. Brutalmente violenta, revulsiva antes que terrorífica, claro ejemplo de la filosofía del regodeo gratuito que abunda en las pantallas.


Trama incongruente y traída de los pelos, atada con alambres y resuelta con la sutileza de una topadora fuera de control. Lenta, infumable en los momentos más interesantes. Increíble no por los supuestos que maneja, sino por lo falso y prefabricado de su apuesta, que sabe y suena a cine chatarra. Y sin cajita feliz.


Me quedo con la premisa argumental. Una peligrosa tesis sobre la naturaleza de los mártires que, en dos simples líneas, acapara todo el drama, la profundidad, el interés y el vértigo que a la película le falta. 
Fernando Ariel García

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