jueves, 23 de octubre de 2014

UN AMOR EN TIEMPOS DE SELFIES: FUERA DE FOCO

Un amor en tiempos de selfies. Director: Emilio Tamer. Co-director: Federico Finkielstain. Protagonistas: Martín Bossi, María Zamarbide, Manuel Wirtz, Roberto Carnaghi y Luis Rubio, entre otros. Cameos de Carlos Balá, Graciela Borges, Jorge “Carna” Crivelli, Ari Paluch, Marcelo Polino, Beto Casella, Federico Hoppe, El Chato Prada y una larga lista de mediáticos. Guionista: Emilio Tamer. Música: Manuel Wirtz. Alwph Media / MD+. Argentina, 2014.

A grandes rasgos, muy a grandes rasgos, podríamos decir que Un amor en tiempos de selfies (2014), la película que marca el debut protagónico en cine de Martín Bossi (conocido y reconocido como imitador antes que como actor) transita las aguas de la comedia romántica más efectista y (bastante) previsible que uno pueda imaginar. El problema no está en su asumida condición genérica, sino en la incapacidad manifiesta de hilvanar los tres condimentos básicos que esa identidad subsume en un único buquet: Comedia, drama y una historia romántica que atrape.


En la opera prima de Emilio Tamer (co-dirigida por Federico Finkielstain) aparecen estos tres elementos, pero por separado, notoriamente enfrentados, manifestando sus características identitarias de a uno, (casi) sin puntos de encastre que los articulen. No conviven, chocan y hasta (me atrevería a decir) se expulsan y anulan entre ellos. A la comedia, con fuerte impronta del stand up, le falta gracia. A la estereotipada historia de amor, le falta química y equilibrio de registro entre los personajes (o el histrionismo de Bossi está muy arriba o la hermosura de María Zamarbide está demasiado abajo). Y al drama le sobra agresividad y violencia gratuitas. Vistas por separado se haría más fácil encontrar los aciertos que están, pero al encararla como una unidad ese castillo se desmorona.


Lo (a priori) más interesante, promovido desde el mismo título del filme, tampoco llega a cuajar. La relación entablada entre los vínculos humanos y su mediación a través de las nuevas tecnologías y las redes sociales, no pasa de una mínima tensión discursiva que se plasma (sin resolución) mediante tópicos trillados, frases de ocasión y la búsqueda de algún golpe de efecto marketinero que baja línea de la manera más ramplona. Igual, creo, hay que darle la derecha a Bossi. Sin él, el resultado hubiera sido peor, mucho peor. Ahora sólo falta que le llegue (o que genere) una historia a la altura de su capacidad actoral. Le sobra talento para vestir la piel de cualquier personaje.
Fernando Ariel García

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